El cuento sufí de las cuatro esposas

Había un hombre con cuatro esposas. 

Él amaba más a su cuarta esposa y la cuidaba mucho y le daba lo mejor.

También amaba a su tercera esposa y siempre quería presumir de ella ante sus amigos. Sin embargo, siempre tenía miedo de que ella se escapara con algún otro hombre.

También amaba a su segunda esposa. Cuando tenía algún problema, siempre recurría a su segunda esposa y ella siempre lo ayudaba.

Pero no amaba a su primera esposa, aunque ella lo amaba profundamente, le era muy fiel y lo cuidaba mucho. Un día el hombre enfermó tanto que supo que iba a morir pronto.

Se dijo a sí mismo: « Tengo cuatro esposas. Me llevaré a una de ellas cuando muera para que me haga compañía en el más allá ».

Le pidió a la cuarta esposa que muriera junto a él y le hiciera compañía en el más allá. « ¡De ninguna manera! », respondió ella y se alejó sin decir nada más.

Luego se lo pidió a su tercera esposa. Ella dijo: « La vida es buena aquí. Me voy a volver a casar cuando te mueras ».

Luego le preguntó a su segunda esposa. Ella dijo: « Lo siento. Esta vez no puedo ayudarte. Como mucho te acompañaré hasta tu tumba, pero no más allá ».

En ese momento el corazón del pobre hombre se partió.

Entonces una voz le respondió: « Yo, yo iré contigo. Te seguiré vayas donde vayas ». El hombre levantó la vista y allí estaba su primera esposa. 

Estaba muy delgada, casi como si sufriera de desnutrición. Muy apenado, el hombre dijo: « ¡Debería haberte cuidado mucho más mientras pude! ».

En realidad, todos tenemos a cuatro esposas en nuestra vida:

a. La cuarta esposa es nuestro cuerpo. A pesar de todo el tiempo y el esfuerzo que proporcionamos para que esté bien, nos abandonará cuando muramos.

b. La tercera esposa son nuestras posesiones, nuestro estatus y nuestra riqueza. Cuando morimos, van a otros.

c. La segunda esposa es nuestra familia y nuestros amigos. No importa lo cerca que hayan estado de nosotros cuando estamos vivos, lo más lejos que pueden estar con nosotros es la tumba, pero no más allá.

d. La primera esposa es nuestro espíritu, que descuidamos buscando riqueza y placer. Pero en realidad, ¡es lo único que nos acompaña allá donde iremos!

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